Ana Karenina

 ¿Es siempre bueno sonreír? ¿Hay tipos de sonrisas con distintos significados? Preguntémosle a Leon Tolstoi, autor de la novela titulada "Anna Karenina"

«¡Todo por aquella necia sonrisa!» «¿Qué hacer, qué hacer?»

Anna Karenina es una novela clásica rusa, considerada por algunos una de las obras literarias más grandes jamás escritas, en la que se muestra perfectamente la complejidad de los seres humanos y el tema del adulterio. Esta famosa novela trata de cómo en la casa de los Oblonsky todo estaba revuelto debido a que la esposa se acababa de enterar de la infidelidad de su marido con la institutriz de sus hijos. El autor nos enseña las diferentes perspectivas dedicándose enteramente al significado de la vida, lo que está bien o mal y el sufrimiento y la felicidad.

El fragmento que yo he leído comienza con un narrador omnisciente narrando como el príncipe Esteban Arkadievich Oblonsky, llamado también Stiva, despierta a su hora usual pero no en su dormitorio sino en su despacho, y no recuerda por qué hasta que se le viene a la cabeza. La noche anterior había encontrado a su esposa tendida en la cama son esa carta en su mano, esa carta que lo había descubierto todo, y es que aquella carta era la prueba definitiva de la infidelidad que había cometido. Su esposa lo miró con desesperación, horror e ira, pero esto no era lo que preocupaba a Esteban, lo que de verdad le aterrorizaba era la manera en la que él había repondido a sus preguntas. Y esto es porque cuando Dolly, a quien él consideraba tan poco inteligente, le reclamó una explicación Estaban solo sonrió, con su sonrisa ajena de siempre que ahora había sido de lo más inoportuna y necia. Podía haber reaccionado de mil maneras diferentes, podría haberlo negado, haberse disculpado, haber pedido perdón, pero no, el sólo sonrió. Esa dichosa sonrisa había sido, sobretodo, la causante de esta terrible situación que traía amargada a su esposa y que había hecho a esta familia desgraciada. Después de ese suceso la mujer no salía de su habitación; el marido no comía en casa desde hacía tres días; los niños corrían por la casa sin que nadie les molestara; la institutriz inglesa se había ido, al igual que el cocinero, pero este se marchó precisamente antes de la hora de la comida; y el cochero y la ayudante de cocina dijeron que ya no querían prestar más sus servicios allí. Por todos estos sucesos, acontecidos prácticamente a la vez o con muy poco tiempo entre sí sin dar margen de cambio, en aquella casa estaba todo trastocado.




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